Día 22

Hoy me desperté y acomodé un poco la carpa, ya que dentro de ella hay mucho lio, todas las cosas sueltas, y la verdad que me he despatarrado un poco en el acomodo, así que aproveché y acomodé y limpie. Luego almorzamos con Héctor sándwiches de fiambre con huevo duro. Ya que había pospuesto el recorrido para conocer el cerro tunduqueral por el clima, hoy quería hacerlo, así que, luego de descansar un rato en la siesta me fui a las 16:30 rumbo al cerro. La tarde estaba bastante soleada y el sol pegaba fuerte, así fue que llegue a la tranquera de entrada al lugar, ingresé y paré con BetiAna en el estacionamiento y caminé unos 200 metros hasta encontrarme con una persona que era de seguridad, quien al hablar con él me informa que el guía aún no había llegado ya que había sufrido un contratiempo y estaba atrasado, por ende, le pregunté cuál sería el camino a seguir para hacerlo solo, y bueno, luego de indicármelo, marche rumbo a la cima del cerro, y fue que quería hacerlo rápido y no esperar al guía, una porque no se sabía a qué hora iba a llegar y otra que el sol era abrasador, así que no veía la hora de regresar lo antes posible. Fue así que llegué al pie del cerro, y por una escalera que allí había comencé a subir, no era tan alto asi que fue sencillo. Al llegar donde estaban las rocas que el guardia me había indicado comencé a ver los grabados rupestres; marcas sobre las rocas, realizadas con algún tipo de elemento de aquella época que marcaron sus sentimientos, emociones y pensamientos sobre las rocas que perduran hasta el presente, siluetas de personas, donde se distinguen su sexo, animales y símbolos variados son algunas de las cosas que se pueden observar, realmente interesante y de mas esta decir que el paisaje es alucinante, a pesar de estar pocos metros sobre el camino, la vista es muy bella. Luego de recorrer unos caminos cortos de rocas sueltas y ver todos los grabados, retome la bajada del mismo hacia donde estaba BetiAna esperándome en medio del calor, mientras recorría nuevamente el camino hacia el estacionamiento, me quite la remera y me la puse sobre la cabeza para aminorar los rayos del sol que golpeaban bruscamente sobre mí, llegue a ella y me puse nuevamente la remera, me subí y queme mi colita, puse en marcha a BetIAna y salimos nuevamente hacia el camping. Al llegar, llegué y me tomé un litro de agua de la canilla que salía bastante fresquita y rica, ya que es potable aproveché a tomar sin preocupaciones. Quería también aprovechar e ir a conocer el Cerro Siete Colores pero, había comenzado a llover, motivo por el cual volví a posponer unos de mis recorridos por el lugar conociendo atracciones de interés turístico. Una Hora más tarde, llegó Rodolfo, el Brasilero que viaja en bicicleta, a quien me había cruzado días atrás en La Dormida, Mendoza, así que nos sacamos fotos junto con Héctor y charlamos bastante, incluso también en inglés, ya que un poco sabia del idioma, como él decía: “hablo en portuñol y en espanglish” jaja, un genio. Luego él se fue a duchar y yo preparé todo para ir a descansar, luego de tomar unos mates con Héctor, ya me fui a mi carpita, quien dentro me estaba esperando mi bolsa de dormir fresquita, quien en ella estoy acostado ahora, solo por encima, y así se siente fresquita. Por hoy me despido con esta frase: “Como todo vuelve, pretende hacer siempre el bien”

Hasta Mañana!