Día 19

Luego de despertarme y salir de la carpa, miré a mi alrededor y escuché… la calma y la tranquilidad, realmente fue un lindo amanecer, un diferente comienzo de un nuevo día. El sol ya estaba empezando a pegar fuertemente, por lo que comienzo a levantar campamento, mientras acomodaba y guardaba las cosas una compañía vino a mi encuentro, un perrito bastante simpático que apareció con una piedra en su hocico, que una y otra vez dejaba a mis pies hasta que yo lo agarraba y se lo tiraba para que él fuese en su búsqueda y nuevamente se repetía la escena. Ya con BetiAna cargada, le tiro la piedra bien lejos para que se demorase mas en encontrarla y que me dé tiempo en salir de allí para irme sin que me persiga y lo logré. Estando sobre la ruta, decidí ir a conocer el cerro Tunduqueral, a lo que comienzo el viaje de 8 km, la ruta comienza con asfalto en mediano estado, luego tierra compactada y nuevamente asfalto lleno de reparaciones y huecos para luego nuevamente tierra con ripio, luego de unos kilómetros veo el cartel de ingreso al cerro, pero seguí por el camino, habré hecho unos 5 kilómetros más hasta que pare con la moto para tomar unas fotos, nuevamente la calma, la tranquilidad, no había nadie haciendo ruido, solo la naturaleza. Cuando pasó el primer auto, que seguro venía desde Villavicencio, volví sobre mis pasos nuevamente hasta el cerro, al llegar, de mano derecha había una tranquera cerrada, que es el ingreso al cerro y un cartel a su derecha donde decía los horarios y que solo se podía ingresar con un guía, así que me fui rumbo al centro de Uspallata. Compré unas galletitas y una gaseosa pequeña para comer y después me fui para el lado de la salida del pueblo, como saliendo para Chile por la ruta 7. A un lado paré a BetiAna entre dos árboles, saqué mi bandera, la colgué desde el baúl al manubrio de la moto y comencé a sacar los llaveros para vender algo, coloqué una soga para colgarlos y una vez listo esperé. Había pocas personas en ese horario, pero algunas se llegaban donde estaba yo y me preguntaban de mi viaje, mi edad, mi destino y demás cosas, y me colaboraban con dinero sin llevarse nada, también hubo un señor que hizo una oración a mi lado para que me salga todo bien y esté protegido, así que me llevé más de lo que buscaba. Ya siendo las 17:00 desarmé todo y fui al camping municipal, donde allí me puse a editar y escribir mucho. Por la tardecita, dentro del camping conocí a otro motoviajero que venia desde Ushuaia, de nombre Héctor y con 68 años, montado en una custom 150 cc, quien ya hace dos meses se encuentra viajando. Hicimos amistad rápidamente, tomamos mates y compartimos experiencias y anécdotas, después llegó una pareja de jóvenes quienes conduciendo una Rouser 200, pararon a nuestro lado preguntando por un lugar donde armar su carpa. Támbién se sumaron a la charla e hicimos amistad, Dalmiro y Melanie, que viajaban por vacaciones a Chile. Ya por la noche, Héctor me donó una empanada Chilena que él no iba a comer, luego Dalmiro se acercó y me ofreció un plato de arroz, más luego un motero que estaba allí también me ofreció asado que había hecho y quedaba un poco así que esta noche me he ido a descansar con la panzita llena y super feliz y contento por todo lo que me ha pasado en el día de hoy. Ya siendo las 04:00, mientras todos duermen yo termino de escribir y luego me voy a dormir, despidiéndome con esta frase:

“El camino te regalará amigos, algunos temporales y otros eternos” Hasta Mañana!